7/11/13

AQUÍ LO DEJO.

Paso todos los días por esta calle, nunca hay problemas, y ayer no los había pero me parecio adecuado de que había que decirles algo y asi lo hicé, me atendio una mujer muy amable, yo también fui amable pero dejando claro que yo pasaba por allí y si el coche ocupaba más sitio, ya no podría, tendría que llamar y ya no sería tan amable (esto último no lo dije y espero que no suceda).
Juzgad vosotros !!!



Mi amigo José Cuevas, entendido en la matería, deja su opinión a continuación:

Los vehículos poco a poco se vuelven a adueñar de los espacios vitales reservados a peatones, ocurre más a menudo de lo que debiera. Según las estadísticas realizadas por Tabula V, (realizado por mi amigo y Profesor D. Amando de Miguel), para Mapfre, sobre seguridad vial, de sociología empírica, el parque de vehículos en España se duplica cada media docena de años. Entre un 62% hasta casi un 65% de los españoles tenemos carné de conducir, (coche o moto), por lo cual 4 de cada 10 son peatones. Es siquiera y cuando menos chocante o paradójico que en cuanto al cumplimiento de las normas sea un 52% de los que cuentan con carné de conducir y un 72% de los peatones. Recordemos que estamos en posiciones asimétricas ya que el peatón puede conducir un vehículo o desplazarse dentro de él como pasajero y el conductor también se convierte en peatón.

No deja de ser cuando menos extraño y hasta incluso alarmante que los conductores hayan aprendido muy bien la norma de ceder el paso en las rotondas y turbo glorietas y, en cambio no cumplen la obligación más sencilla de parar en los pasos de cebra o dejar de subirse a utilizar las aceras como un aparcamiento más.

En algunas ciudades, por no decir en casi todas, da la impresión de que el número de vehículos estacionados o circulantes supera la provisión de la superficie vial. De ahí tan frecuente el espectáculo de vehículos subidos encima de la acera. Se trata de un círculo vicioso de difícil resolución. El estacionamiento encima de la acera o en doble fila, por ejemplo, se debe a la falta de espacio, pero, a su vez, hace que se reduzca considerablemente el espacio vital. La espiral de este proceso se acerca peligrosamente al caos.
Estamos por tanto ante una gran desmoralización de la vida cotidiana de los habitantes, vecinos y visitantes. La norma jurídica va por un lado y el uso social por otro. Lo malo del incumplimiento de las pequeñas obligaciones cívicas es que dispone al sujeto para saltarse otras muchas prescripciones legales o incluso morales. Por eso hablo de desmoralización.

Quien estaciona encima de una acera y más durante tiempo innecesario, alegremente consigue una utilidad personal a costa de crear una molestia para los demás. La utilidad es concreta e inmediata. La molestia difusa e impersonal, hasta que suceda algún trágico accidente, por supuesto.

Precisamente, las agresiones más frecuentes al espacio peatonal son las invasiones de las aceras por parte de los vehículos. No son agresiones potenciales, sino reales, bastante reales. Hay que ponerse en el lugar de las personas impedidas o invidentes, niños, ancianos, mujeres con un carro de bebé o simplemente de la compra para comprender el sufrimiento que puede acarrear esa reducción del espacio peatonal. En aquella encuesta sociológica sobre la seguridad vial, a la que me referí anteriormente, 8 de cada 10 encuestados opinan que habría de prohibir el aparcamiento de coches encima de la acera. La paradoja está en que la sensación que tiene el peatón de un tráfico caótico le anima a incumplir la norma por su parte.

Es cierto que muchas veces el incumplimiento de las normas no es por el gusto de transgredirlas, sino porque el sujeto considera que hay algunas circunstancias que le permiten interpretarlas “pro domo sua”. El tráfico de vehículos y peatones no es más que una manifestación del perenne conflicto de intereses por el que se organiza y se desorganiza una sociedad, un pueblo, una comunidad de urbanitas.

Esta foto nos muestra claramente una infracción grave según el Reglamento General de Circulación y una clara obstaculización a los usuarios de la acera, a la que le corresponden 200 Euros de sanción. Demuestra así mismo la poca vergüenza del caradura que aparcó de tal manera. Dejo así mismo constancia de que estoy totalmente en desacuerdo tanto con el procedimiento sancionador que tenemos en España, como en la cuantía de las multas. Por un lado demasiado farragoso y excesivamente garantista y por el otro en total desproporción con el sueldo del españolito medio.

Gracias José.

Creo  que esta publicación se merece inaugurar una nueva sección: NO te calles

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